sábado, 29 de marzo de 2014

Internet es el chulo y el arte la puta.

Internet es el chulo y el arte la puta.
Sí, desde la existencia de internet, el arte no vale más 
que lo que cuesta contratar el servicio de una dama
de compañía. 
Esta idea no es una crítica a la libertad de difusión del género artístico, 
que desde mi punto de vista 
ha de pertenecer al mundo,
al igual que lo hace la ciencia,
la historia, 
y toda manifestación intelectual inherente a nuestra humanidad. 
Del mismo modo que tampoco defiendo la no retribución al creador 
a cambio del privilegio del disfrute de su obra 
(habrá que comer en algún momento, no?).

Mi reflexión se acerca más al espectador, al consumidor,
al que mira, 
al que escucha, 
al que elije qué, cuándo y cómo 
dónde. 
Ese soy yo, 
y tú, 
tu familia, y tus colegas, tu jefe,
el que pasea por ahí con su ipod, el que sube al bus, 
se sienta 
y
abre un libro... 
Somos consumidores compulsivos, sí, e Internet es nuestro camello más fiel,
y por qué no decirlo, 
con la mejor mierda. 
Hay mierda para todos los gustos
y edades, 
géneros y preferencias, estilos 
y exigencias. Y sí, aquí radica el problema; 
¿qué ocurre cuando somos niños y se nos lo da todo sin restricciones?
¿qué pasa cuando nos hemos empachado a comer huevos kinder y bocatas de nocilla?
Exacto, "eso" que hace especial a determinadas cosas, cosas tan grandes como el 
Arte, 
dejan de ser especiales,
se oculta la esencia que permite su existencia tras nuestro ya habitual empacho sensorial. Tengo la fuerte esperanza de que no es tan común esta terrible sensación de creer que nada es suficientemente interesante, 
bueno, ingenioso, 
para permitirnos el lujo de perdernos en la esencia que todavía grandes artistas logran plasmar y transmitir en sus obras. 

Tal vez nos hemos vuelto pretenciosos. 
Igual lo que necesitamos es una buena dosis de humildad, 
una toma de contacto con la realidad. 
Y no, 
no hago referencia a esa realidad que nos pintan los medios, 
trágica y dramática, 
en la que el mundo es un hervidero de caos y entropía, y en la que el ser humano es el más despreciable ser que habita la Tierra. 
No,
creo que esa no es la realidad de verdad. 
En esa realidad
el Arte 
sobra. 
Pero en la verdadera realidad, el Arte es la esencia, 
la esencia que nos devuelve la armonía y la paz
el criterio, el equilibrio con  EL TODO
es la belleza y la fealdad, la deformidad y la perfección
la luz y la oscuridad,
un ying con su inseparable yang...
Lo que eleva hasta el cielo, 
y lo que lo ancla a la tierra.
Es la capacidad de decirnos "Eh, estoy vivo! Puedo sentir!" 
Tal vez esto suene a una descripción del amor 
y del dolor, 
que no viene a ser más que otra representación del Arte (ya nos lo decía nuestro buen amigo Eric Fromm en su libro El arte de amar).
La exaltación de algo tan bello podría alargarse de forma infinita, 
pero ya basta. 

Redirigiendo el tema... Al igual que la causa del tráfico de drogas no es del narco
sino del que demanda su producto, 
el problema de la prostitución del Arte en internet, 
no es del internet, 
sino del usuario.
Del mismo que jamás levanta la cabeza y mira al cielo en un día de sol, 
del mismo que no oye el silbido del  v   i   e   n   t  o  entre las hojas de los árboles 
que ni siquiera se da cuenta del semáforo en verde por culpa del bendito guasap, 
cuyo criterio duerme como un snorlax y ni la pokeflauta lo despierta.

Tal vez, esto busca ser un burdo llamamiento a la resensibilización de aquellas personas, que como yo, 
han extraviado una importante parte de su esencia
Hace poco, creo que 
la volví a encontrar
fue gracias a una obra que sencillamente me cautivó (buscando alguna chorrada en internet, ya véis) y me hizo pensar.
Pero quién soy yo para hablar de Arte.

Esta es la imagen, cuya principal descripción era: "venta al por mayor".